No se si te has dado cuenta que todos los pilotos, incluso los que tienen muchas horas de vuelo, realizan un chequeo de los instrumentos del avión. Ellos tienen una lista con todas las cosas que debe verificar. Si le piensas un poco te darás cuenta que es obvio que lo hagan, ya que saben que su vida depende de ello.
¿Harías tu lo mismo si tu futuro dependiera de ello?
El proceso de aprendizaje pasa por distintas etapas. En muchos casos, al comienzo uno es inconscientemente incapaz. Esto quiere decir que uno no sabe que no puede. El mejor ejemplo es un niño que desea conducir un coche.Ese niño no sabe que no puede.
El siguiente paso es conscientemente incapaz. Esto es cuando uno se da cuenta que la cosa no es tan fácil. Una persona que nunca ha jugado al golf puede llegar a pensar que es muy sencillo darle a la pelota con el palo... hasta que lo intenta. Es entonces cuando uno se da cuenta que requiere cierto entrenamiento para lograrlo.
Después de la formación adecuada se alcanza el estado de conscientemente capaz. En esta etapa la persona tiene que pensar en cada momento lo que tiene que hacer. El conductor novel, al conducir piensa cada uno de sus pasos: cuando las revoluciones del motor llegan a cierto nivel, hay que aflojar el acelerador, pisar el embrague, realizar el cambio, ir soltando el embrague y al mismo momento acelerar.
Finalmente llegamos al punto en el que la persona es conscientemente capaz. La persona no tiene que pensar en cada uno de los pasos, simplemente los hace de forma instintiva, como el respirar.
Esta última etapa es muy peligrosa, ya que uno se
confía. Es en esta fase que el conductor experimentado se dedica a realizar otras cosas mientras conduce y ocurren los accidentes. Es en estos momentos que los
golfistas van adquiriendo malos hábitos y se empieza a torcer el recorrido de la bola. Es en esos momentos en los que el
manager deja de ponerle atención a los pequeños detalles y surgen los grandes problemas.
Es en esos momentos que es importante dar un paso para
atrás y hacerse una lista, por escrito, de las cosas que hay que hacer. Esas listas te permiten mantenerte atento a lo que es importante. Son esas listas las que te ayudan a realizar primero lo primero.
Una práctica muy extendida es preparar una lista de las cosas que vas a lograr en el año. Mucha gente, al final de año, se comprometen a alcanzar ciertos hitos en el nuevo año: dejar de fumar, bajar de peso, hacer esto o aquello. Lo gracioso es que la gran
mayoría de esos compromisos son los mismo que asumió el año pasado. Esto ocurre
generalmente por que no la ha hecho por escrito y porque no se ha sentido motivado a hacerlo. Por supuesto que si hablas con esas personas te expondrán una enorme lista de razones por las que no pudo alcanzar su objetivo. Pero esas razones no son más que escusas.
La forma efectiva de alcanzar esos objetivos es, primero, ponerlo por escrito, cuantificarlo y redactarlo en presente y primera persona. En lugar de escribir "Este nuevo año voy a bajar de peso" se debería escribir "YO peso
XX Kilos". El siguiente paso es leer esa lista cada vez que puedas. Aunque muchos piensen que esto es una tontería, la base de la efectividad de este método es que es el subconsciente el
actúa. El subconsciente no entiende de tiempo y si le alimentas continuamente con esos mensajes, al comienzo el subconsciente se reirá de ti y te dirá "pero que dices, si tu eres una bola de grasa... pesar
XX, imposible, tu eres un gordo, tu tienes problemas de tiroides, tu tienes el
esqueleto pesado... etc". Pero si le repites, todos los días que tu pesas
XX kilos, al final, el subconsciente dirá "de acuerdo" y las cosas irán mejorando.
El alcance de las lista debería referirse a plazos más cortos.
Adicionalmente a la lista anual, deberías tener una lista semestral, trimestral, mensual, semanal e incluso diaria.
Si le preguntas a una persona en la mañana: "¿que vas a hacer hoy?", en la gran mayoría de los casos
recibirás la respuesta "No lo se! Cuando llegue a la oficina te lo diré.". Obviamente uno no sabe las cosas que
ocurrirán durante el día. Si eres un bombero no tienes forma de saber si habrá un incendio... entonces ¿que harás todo el día?¿Quedarte sentado esperando que te llamen? ¿No te das cuenta de la cantidad de horas que perderás?. Es entonces cuando te responden: "Ya veré que hacer!" o "Algo haré".
Con estos ejemplos quiero decir que no
necesariamente tienes que listar todas las cosas que harás en el día, pero que deberías tener una lista de actividades que te vayan acercando a las metas de la semana, a las del mes, a las del trimestres... a las del año... a las de tu vida!
Puedes tener un objetivo de leer un libro a la semana, un libro relacionado con un aspecto de tu vida que deseas mejorar, por ejemplo un libro sobre el
Management, o sobre
tecnología. Para alcanzar ese objetivo debes tener un objetivo diario de leer X páginas al día.
Partiendo de tus objetivos a largo plazo, debes llegar a los hitos intermedios y de
allí a las actividades a medio plazo y finalmente a las tareas diarias. Planifica tu futuro.
Algo que suele ocurrir es que uno coloca en la lista tareas diarias actividades a un nivel alto. Por ejemplo, tienes en la lista de hoy que tienes que llevar el coche al taller. Cuando revisas esta lista y te encuentras con esa tarea, te das cuenta que no sabes el teléfono del taller. Entonces modificas la lista y colocas para el día siguiente "buscar el teléfono del taller". Al día siguiente te das cuenta que el teléfono lo tiene un amigo tuyo y que no tienes a mano su teléfono. Cuando realices listas a corto plazo debes ser lo más explicito posible, de esta manera podrás realizar dicha tarea. La tarea deberían ser varias tareas "Buscar el teléfono de Javier para pedirle el teléfono del taller", "Llamar al taller y pedir cita".
El mejor momento para preparar la lista es antes de irse a dormir el día anterior. Al despertarse en la mañana se debería leer, para que puedas salir de casa con todo lo que necesitas. Al final del día, actualizas las actividades que no pudiste hacer, consultas tu lista semanal y preparas la del día siguiente.
Otra utilidad de las listas es para recuperar el foco. Con el día a día es muy común perder el foco de tu objetivo a largo plazo. Esto hace que empieces a preocuparte por cosas que realmente no son importantes. Es por este motivo que es recomendable sentarse de vez en cuando a analizar la situación. Escribe en un papel cuales son los flancos que tienes abiertos, cuales son los retos y problemas a los que te estas enfrentando. Contrasta esas listas con tus objetivos a medio y largo plazo. Asigna prioridades y actualiza los objetivos que tengas que actualizar. Esto te permitirá dedicar tus esfuerzos a aquellas cosas que son realmente importantes para ti, es decir, las que te acercan a tus objetivos.