domingo, 20 de septiembre de 2009

Tu zona de Confort

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¡No hay nada más peligroso que el confort! Ha habido imperios que han caído por la maldita zona de confort.

Cuando eras más joven, seguro que tenía un entusiasmo imparable, te ibas a comer el mundo, no había nada que te pudiera parar... hasta que llegaste a la zona de confort.

Pero los años pasan y te vas acostumbrando a tener un sueldo fijo y a una rutina. Todos los días te despiertas y te preparas para ir a trabajar, pasas horas en tu lugar de trabajo y luego regresas a casa... y al final del mes recibes tu premio.

Ese ingreso periódico es el que determina tu nivel de vida, las actividades extraprofesionales que realizas, la cantidad y calidad de tus comidas, la cantidad, duración y calidad de tus vacaciones... y eso es lo que forma tu zona de confort. Te sientes cómodo viviendo así. Sueñas con la posibilidad de recibir una buena cantidad de dinero extra y poder subir el nivel de vida, pero sigues con tu rutina, día a día, semana a semana, mes a mes y año a año.

Si algo ocurre y tu nivel de confort varía en más de un 10%, empiezas a sentirte incómodo y luchas para recuperarlo. Es por eso que se llama zona de confort. Imagínate que por algún motivo dejas de percibir un 20% de tus ingresos: te sientes mal, te vuelves más agresivo, comienzas a investigar y buscar la forma de recuperar esos ingresos perdidos, comienzas a cuestionarte algunos gastos.

Pero cuidado, esto también ocurre cuando incrementas tus ingresos. Suponte que recibes un ingreso inesperado. Muy probablemente le digas a tu pareja: “Cariño, me han pagado unas comisiones... ¡vamos a gastarlas!” y entrarás en un comportamiento de despilfarro. Quizás adquieras algunas cosas que necesitas, pero realizarás muchos gastos innecesarios. Se te olvidarán todos los criterios de austeridad que solías aplicar. Y al final, cuando ese dinero extra se ha agotado, le dirás a tu pareja, “Por fin hemos vuelto a nuestra zona de confort”.

Lo interesante de todo esto es que la zona de confort se la establece uno mismo. El entusiasmo que tiene la gente más joven se debe a que ellos han establecido su zona de confort muy por encima de su nivel de vida real. Ellos se han dado cuenta que es posible ganar dinero, en lugar de estar dependiendo de lo que los padres les dan, podrían llegar incluso a independizarse. Esa visión que tienen de lo que quieren alcanzar es el motivador para luchar y tratar de alcanzar su objetivo.

¡Hay que salir de la zona de confort! Mejor dicho, tenemos que ajustar nuestro termostato para que nos sintamos muy por debajo de nuestra zona de confort deseada. Tenemos que tener la visión de la zona de confort que deseamos y pensar en los beneficios de estar allí. No podemos conformarnos con la zona de confort en la que estamos viviendo, tenemos que luchar SIEMPRE como si estuviéramos un 40% por debajo de nuestra zona de confort.

¡Despierta y sal de tu zona de confort!

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